Adela en su cocina de Salceda (Polaciones)
con su rabel / bandurria.
Quiero inaugurar mi blog con una entrada dedicada a un romance muy especial para mi. En primer
lugar porque considero que es parte de mi herencia familiar y por otro lado porque no dejan de entrarme escalofríos cada vez que lo toco y pienso en todas las veces que alguien lo habrán tocado y cantado. En todas las voces que lo habrán narrado y en las personas, grandes y pequeñas que habrán soñado con antiguos caballeros y lejanas batallas junto al calor de la lumbre.
No puede faltar un recuerdo a la maestra Adela Gómez Lombraña y lo mucho que disfruté escuchando como cantaba y tocaba con su rabel / bandurria esta maravillosa historia. Y por supuesto una mención especial a María Lombraña "Tía Mariquita", la matriarca que supo recoger y transmitir una buena colección de saberes de nuestro patrimonio inmaterial.
El romance de “Velarde y
Valdovino” procede de la vieja Chanson
des Saxons, escrita en el siglo XII por Jean de Bodel. En ella se narran las
peripecias y luchas entre los
soldados católicos de Carlo Magno y los sarracenos bajo el mando de Gunteclín, ambos ejércitos separados por
el rio Rhin.
Vemos pues que se trata de
un romance muy antiguo (y por otra parte raro en la Península Ibérica),
procedente de la vieja épica francesa, un pedacito de la cuál ha quedado
aislado hasta nuestros días en el
valle de Polaciones.
Y es que fue en éste valle donde Cossio y Maza recogió esta versión directamente de la Tia
Mariquita, madre de Adela Gómez Lombraña y esposa de Eloy Gómez, reputado rabelista del pueblo de Salceda. Ambos cónyuges, depositarios de un amplio acervo cultural, vivieron empeñados en transmitir a sus hijos todo ese saber acumulado de forma oral durante generaciones.
En el romance se narra como
el protagonista y sobrino de Carlo Magno, Budoins que ha pasado a la
composición oral como Valdovinos, no regresa de las luchas con los sarracenos.
Es entonces cuando Belardo es llamado para que acuda en su busca. En un
principio parece ser que Belardo se resiste a acudir en ayuda de Valdovino pues ambos están enamorados de la misma dama y su desaparición es una forma de librarse de su contrincante amoroso. Pero finalmente inicia la empresa y encuentra a Valdovino mal herido, agonizante tras luchar contra un moro que según la narración “cuatro cuartas tién de ojo
a ojo, ocho varas de petrina”. Finalmente Belardo encuentra al asesino de Valdovino, se enfrenta a él y tras una cruenta lucha
es derrotado por el sarraceno.
Tan alta iba
la luna
como el sol al
medio día
cuando el buen Conde Velarde de sus batallas
venía
cien caballos trae a
rienda,
todos los ganó en un día
y los echaba a
beber
a la rivera de Hungría
mientras los
caballos beben este
romance decía:
- ¡Cuánto gané en
una hora,
cuanto más ganara al día!
Bien lo oía un tío
suyo
que en alto palacio habita
- Esos caballos Velarde
a mi me pertenecían
- Téngalos allá mi
tío, yo ¿para que los quería?
Valdovino fue a la
guerra,
Valdovino no venía
- Somos perdidos Velarde, Velarde, que no venía
o le cautivaron los
moros
o en Francia tiene la niña.
Ve a buscar a
Valdovino,
ve a buscarle, por tu vida
- Eso no lo haría
yo
por cuanto en el mundo había,
sólo por una
manzana
que me dio una linda niña.
- Si ella te dio una
manzana, dale tu a
ella una sortija
ve a buscar a
Valdovino
ve a buscarle por tu vida.
- Déjeme el caballo
negro
para caminar de día,
déjeme el caballo
blanco
para de noche la guía-
Suelta la rienda el
acaballo, volaba
que no corría,
por dónde le ve la
gente de poco a pocos se iba,
por donde no le ve
nadie
volaba que no corría.
Asomose a una
collada,
la más alta que veía,
y vio estar a
Valdovino
a la sombra de una encina
con un corcho
de naranja
curando mortal herida.
-¿Quién te ha
herido, Valdovino? ¿Quién te
ha dio mortal herida?
Del moro que a mi me
hirió
líbrate Santa María
tres cuartas tién de
ojo a ojo,
ocho varas de petrina-
Suelta la rienda el
caballo,
volaba que no corría,
por donde le ve la
gente de poco a pocos se iba,
por donde no le ve
nadie
volaba que corría.
Asomose a otra
collada,
la más alta que veía,
y vio estar al moro
perro
a la sombra de una encina.
¿Quién ha herido a
Valdovino? ¿Quién le ha hecho
mortal herida?
-
Yo he herido a Valdovino ,
yo le he hecho mortal herida,
yo
corrí tras de Velarde
siete leguas en un día
-
Hirieses a Valdovino
eso digo que sería,
corrieses
tras de Velarde,
eso digo que es mentira,
que
el hombre que miente a otro, en la calle se desafía.
Ponse
a jugar las armas,
arman grande gritería,
Ttra
el uno tira el otro,
el moro a tierra caía.
Bien
lo ve la mora perra
que en alto palacio habita.
-
Tente arriba moro perro,
moro perro tente arriba,
que
en el menear de las armas Don Velarde padecía-
¡Válgame
nuestra Señora
y la Sagrada María!